Blog de Jorge E. Betzhold

Friday, January 27, 2006

Proceso económico de Chile

Chile fue uno de los países pioneros en vivir el nuevo impulso de modernización capitalista como consecuencia de la aplicación de esta estrategia concebida en el enfoque ortodoxo de liberalización económica, ajustada a la escuela monetarista de Chicago y a los organismos multilaterales (FMI y Banco Mundial), como receta para los países en desarrollo[1].

Algunos años más tarde los gobiernos de Thatcher y Reagan impusieron este enfoque de política económica en Gran Bretaña y EEUU respectivamente, difundiéndolo por el mundo entero y adquiriendo el carácter de un nuevo ‘saber convencional dominante’. En lo esencial, el discurso respectivo constituyó el fundamento de los lineamientos teórico–ideológicos de lo que posteriormente se propagó ampliamente bajo el rótulo de ‘modelo neoliberal’, al que se ha terminado por asignar en forma bastante poco rigurosa la responsabilidad del conjunto de transformaciones que caracterizan la nueva fase modernizadora.[2]

La aplicación de las políticas del ‘modelo neoliberal’ en la economía chilena provocó un conjunto de rupturas que establecieron los fundamentos para una nueva fase de modernización capitalista. En cualquier caso, en ese momento quedó establecida una concepción general de política económica que, más allá de algunos cambios de énfasis, ha continuado siendo aplicada hasta el día de hoy. Así, aún cuando desde 1975 hasta ahora ocurrieron cambios políticos de indudable trascendencia en Chile, los ejes centrales de este enfoque tales como la liberalización, desregulación, subsidiaridad del Estado, apertura externa, flexibilización salarial, entre otros se han mantenido vigentes a lo largo de todos estos años.

Bajo la aplicación de estas políticas, desde la mitad de la década del ‘80, la economía chilena recuperó sus principales equilibrios macroeconómicos y comenzó una fase de sostenido crecimiento que se prolongó hasta 1998. Entre 1986 y 1998, la tasa media de crecimiento del PIB se situó en torno al 7%, con un crecimiento equivalente del sector industrial, lo que estuvo acompañado, entre otros, por un significativo crecimiento de la tasa de inversión que la llevó hasta valores superiores al 30% del PIB hacia mediados de la década de los noventa, por una progresiva baja de la tasa de inflación y por la caída de la tasa de desocupación.[3]

Este exitoso desempeño se interrumpió hacia mediados de 1998 cuando, bajo los impactos de la crisis internacional iniciada en el sudeste asiático, declinó fuertemente el ritmo de crecimiento, cayó la tasa de inversión y comenzaron a aumentar los niveles de desocupación.

En la actualidad el país experimenta excelentes niveles de producción, crecimiento económico sostenido, una tendencia a la baja en el desempleo. Es decir, la macroeconomía chilena presenta excelentes credenciales.

[1] Meller, P., Un Siglo de Economía Política (1890-1990), Editorial Andrés Bello, Santiago, 1996.
[2] Krugman, P., “Los ciclos en las ideas dominantes con relación al desarrollo económico”, en Desarrollo Económico, Número 143, Buenos Aires, 1996.
[3] De Mattos, C., Santiago de Chile de Cara a la Globalización, PUC, Santiago, 2002.